«Deja sitio para el postre» sabe a caramelo quemado

Bueno, pues el martes pasado volví del casting para participar en el futuro nuevo programa de Cuatro «Deja sitio para el postre». ¡Ah! ¿No lo había dicho? Resulta que hará cosa de un mes recibí un email de la productora en el que me decían que estaban preparando un programa sobre repostería llevado por Torreblanca, por si quería presentarme al casting. Lo hice. Para los impacientes, os adelanto que no pasé de la primera fase. Y ahora voy a relatar a mi estilo, quizá un poco blablabla, la experiencia que viví en tan surrealista día.

Resumiendo mucho el proceso hasta llegar al casting en Madrid:

  • No contesto al email, me meto en la web de Cuatro y desde allí relleno un formulario y mando una foto que publican en twitter para no importa qué
  • Me llaman para que rellene un cuestionario interminable, mande un par de fotos y un vídeo en el que me presente y tal…
  • Después de tres llamadas telefónicas en el plazo de semana y algo, con información a medias sobre el casting presencial, el viernes 8 por la tarde me confirman que tengo que estar el lunes 11 a las 9 de la mañana en la Plaza de España, con un postre en la mano , un par camisetas térmicas por si paso de fase y el certificado de manipulador de alimentos entre los dientes. Guay 🙂

Antes de ir tengo que preparar el postre, desde que me dijeron en una de las llamadas a medias que el casting sería la semana del 11, ya sabía que nadie podría acompañarme (Murphy que es así de simpático…) así que desde un primer momento pienso en un postre sencillo, sin aparatosidades pero con un significado, han hecho hincapié en que sea un postre que nos identifique, y como hay que llevarlo sin terminar del todo, para rematarlo allí, hay que preparar con cuidado toda la logística del viaje. Maleta, mil tuppers que no pueden volcar, chaqueta, bolso y únicamente dos manos…

Os voy a hablar del postre. Como repostera creo que visualmente lo que mejor me representa es el logo del blog. Y me pareció coherente presentar lo que rellené en el primer formulario como «mi mejor postre» así que le dí un par de vueltas y el resultado fue el siguiente:

casting 01

La tarta tiene tres láminas finitas de bizcocho de almendra bañado en glaseado de chocolate blanco, relleno de crema pastelera de caramelo (normalmente uso mousse pero quise evitar la nata montada por el tema de la conservación), cubierto con glaseado (rebelde) de chocolate blanco y decorado con láminas de chocolate blanco teñido de verde. La madalena es de bizcocho fudge con azúcar moreno, rellena de la misma crema pastelera de caramelo y cubierta con ganaché de chocolate blanco teñido de verde. Los ojos son bolitas de chocolate blanco (compradas) y pintadas con un rotulador de tinta comestible. La historia del postre es simple, yo (la madalena) quiero entrar en el programa (la tarta, que tiene su propia historia, las láminas de chocolate son los concursantes que forman un equipo y blablabla…) y juntos forman el logo de cuatro. Simple, lo sé, pero me molaba el significado. Respecto al acabado, cuando lleguemos al juez os digo lo que pienso 😀 Dicho esto, prosigamos.

El domingo por la tarde cojo el Ave a Madrid, para quedarme esa noche en casa de unos amigos y estar puntual el lunes con todos los trastos. Empieza la aventura.

Ser puntuales, para los participantes significa adelantarse media hora, pero eso es para nosotros: los participantes. Sí, justo los que vamos cargados con mil trastos (yo dejé la maleta en casa de mis amigos pero hubo muchísima gente que iba con maleta y todo).

Ser puntual, para la presentadora del programa parece ser que significa retrasarse una hora. Rompiendo una lanza en favor de Raquel Sánchez Silva (la presentadora) igual ella fue puntual y fueron los del programa los que la citaron tan tarde, es posible. Sea como sea, estuvimos plantados al lado de una fuente, a la sombra, en noviembre y en Madrid durante una hora y pico, sin hacer nada más que esperar a la presentadora. Menos mal que está siendo un noviembre cálido, que si no, nos salen carámbanos…

Mientras esperamos, redactores y cámaras pululan por la plaza, saludando, preguntando y grabando aquí y allá. Llega Raquel Sánchez Silva y toca grabar y repetir unas cuantas promos y entradillas. Reconozco que ver al octopóctero (un mini helicóptero con ocho hélices y una cámara) grabando mola mucho. Tener que estallar en vítores cuando toca sin ni siquiera oir lo que dicen me hace sentir un poco mono de feria.

Unas dos horas después de plantarnos en Plaza de España, tras mil tomas repetidas de las promos y entradillas, nos explican, por fin, cómo se supone que va a ser esto. ¡Información! ¡Aleluya! Según cuentan a través de un megáfono, iremos en procesión hasta un hotel, donde se nos asignará un número y una hora aproximada de entrada para que no tengamos que esperar mucho tiempo a la intemperie. Pinta bien. Lástima que aún no supiera que lo que todos entendemos que es «ir hasta un hotel y entrar dentro» en realidad es «ir hasta la puerta y esperar en la cola pegaditos a la pared para no estorbar a los viandantes». Una cola que empieza en el hotel Mercure Santo Domingo (el hotel en cuestión) y llega hasta la Gran Vía o donde Cristo perdió la sandalia, no lo comprobé. Pero bueno, esto es para asignarnos el número y ya está… no es que vayamos a estar horas y horas aquí plantados… ¿no? (cri, cri, cri -> grillos rompiendo el silencio incómodo)

Con la cola ya formada, hay gente del programa recorriéndola, con listas en las manos (una lista del orden de los participantes al casting, con nuestro número previamente asignado, foto, nombre, ciudad y provincia de procedencia), también hay una steady cam, cámaras de mano, preparan la mesa de despegue del octopóctero enfrente… ¿No están todos como muy… definitivos por aquí? Y lo de «vamos, os damos un número y os vais»… ¿Dónde ha quedado? Entonces, el megáfono reaparece y empiezan a llamar a gente. ¡¡Están llamando!! Lo del número y poder irnos hasta la hora que nos digan queda un poco olvidado, ¡¡porque están llamando!! ¡Cómo vamos a preocuparnos por eso! Aaaay alma de cántaro, ya tendrás tiempo ya….

No sé cuanto tiempo pasa, pero pasa bastante hasta que los redactores que no dejan de pasearse arriba y abajo, animando y demás nos cuentan lo siguiente: Ahora van a venir los mentores (que harán de jurado final en esta fase del casting y que participarán activamente en el programa en sí) y el programa quiere grabar su llegada como si fuesen grandes estrellas de Hollywood, nos necesitan animados y alegres, vitoreando y saltando, haciendo la pelota a los mentores y dando espectáculo… (por Dios ¡quiero mi plátano! Si voy a ser un mono de feria… ¡¡un plátano por favor!!) En fin, es evidente que hacemos lo que nos piden, sin plátanos de recompensa ni nada. Cada mentor viene solo, se baja de un mercedes y camina hasta la entrada del hotel. El primero tarda en llegar y luego entre ellos también pasa bastante tiempo. Primero por el concepto de «tiempo» tan particular que tienen éstos del programa y segundo porque aunque se bajan de un mercedes muy molón… no llegué a comprobar la matrícula pero yo creo que era el mismo siempre. Y si no era el mismo, permitidme pensar que sí, me hace gracia imaginarme a los susodichos mentores a la vuelta de la esquina esperando pelados de frío como nosotros, para coger el mismo coche por turnos y bajarse en medio de una explosión de aplausos y vítores mientras les graban.

Mientras todo esto pasa, los redactores y demás miembros del programa siguen paseándose, llamándo a grupos de gente y haciéndonos sentir que aunque tirados en medio de una calle madrileña con postres que igual necesitan refrigeración para no estropearse, estamos formando parte de algo que va para adelante, que está arrancando muy lentamente pero que pronto irá más rápido. Cuando ya tienen todas las imágenes que querían: de la cola alegre, de la cola vitoreando a los mentores, de la cola esperando y gente y más gente cargada de ilusión y pasteles como imágenes colchón, de nuevo parece que la cosa avanza. Nos dicen que nos separemos en dos grupos: los lugareños por una parte, que viene a ser el final de la cola y los foráneos por otra, es decir, al principio. Los foráneos nos enteraríamos luego de que a los lugareños (de Madrid y alrededores) directamente les mandaron a casa y les invitaron a volver al día siguiente. Menuda gracia.

Los foráneos pudimos asistir a un hecho realmente extraño. Tooodos los pululantes de la productora desaparecieron por arte de magia, si hasta dejaron de llamar a la gente. Fue dejar de necesitar imágenes y gente feliz y desaparecer. Oye, que igual fue casualidad, no digo que no. Una de ellos reapareció momentáneamente para avisarnos de que iba a venir un camión refrigerado en el que guardar los postres mientras esperábamos. ¡Qué considerados! Ya, bueno, a día de hoy lo que seguimos esperando es el camión, de hecho cuando llaman al timbre pienso: «¡El camión!» Pero no, nunca es.

Sin megáfonos, cámaras, ni redactores, acompañados únicamente por viandantes intrigados («¿Y ésto para qué es?» Para tomarnos el pelo, señora, para tomarnos el pelo…) pasa de nuevo ni sé el tiempo hasta que sale un megafonero a decirnos: «Hemos decidido organizarnos de una vez por todas, vosotros no lo sabéis pero es porque la policía nos ha denunciado por ocupar la vía pública así que necesitamos que desaparezcáis un rato, para que cuando hagan la ronda vean que nos hemos portado bien, si fuera por nosotros ahí os pudráis esperando» Vale, esto no nos lo dijo pero !un poco de sinceridad ¡se hubiese agradecido tanto!

Quiero recalcar que lo de la denuncia de la policia lo he leído en otra vivencia del casting, no puedo confirmarlo pero tampoco tengo motivos para desconfiar de la fuente, vamos que me lo creo, porque si no, lo que hicieron a las dos de la tarde podrían haberlo hecho cuando mandaron a los de Madrid a casa, a eso de las 12, aunque existe la posibilidad de que no sea cierto, tomadlo como una licencia dramática… 🙂

Llegado a este punto, se pone a llamar a gente para decirles que se vayan y vuelvan… ¡¡ a las siete de la tarde!! Ni qué decir tiene que era como esperar para ir al patíbulo. Cuando acabó pude respirar tranquila, era de las «afortunadas» que podía irse a comer (o a la mierda) y volver en una hora. Ante la insistencia del mogollón sobre qué hacer con sus postres (recordemos el camión fantasma que aún no ha aparecido), como si nos hicieran un favor inmenso van a hablar con el hotel para ver si nos dejan dejarlo en algún lado (¿Perdona? ¿No debería estar hablado ya?). No me fío y me voy con mi neverita y mis bártulos. He leído que era una habitación, o el sótano o algo así, con aire acondicionado, y ya está. Nada refrigerado en condiciones. También he leído que alguna tarta murió… tampoco me extrañaría.

Al volver, después de comer (pero ¡qué hambre tenía!) y estar un rato sentada (para esto no tengo ni palabras…) nos van llamando, nos dan un número de participación y nos hacen firmar sin leer, un contrato para la cesión de nuestra imagen o algo por el estilo. Repito, no nos dejaron leerlo, aunque el megafonero lo leyó en voz alta, se perdían la mitad de las palabras. Pero ¡¡ya tengo número!! Eso quiere decir que entraré pronto, ¿no? Tengo el 85, a ver cuáles hay por ahí… mira, sale uno, busco con descaro el número: el 43… oigo mi mandíbula golpear el suelo… pues se ha quedado buena tarde, ¿no? Paciencia, ten paciencia que como consigas un bate de béisbol… (Es una exageración, no tuve pensamientos homicidas en ningún momento porque me pillaron en un buen día, no por falta de motivos…Aunque debo decir que temí por los posibles pensamientos suicidas de los pobres de las siete de la tarde… porque a este paso…)

Por fin, me llaman, y como esto ya lo considero parte del casting en sí, voy a intentar evitar lo que no sé que firmé porque no lo leí pero probablemente haya algo sobre confidencialidad y blablabla. Así que no daré mucho detalle. O sí, quién sabe. Entramos en una sala donde, ¡oh! sorpres, no hay ni rastro de los utensilios que dijeron que habría (gracias al chico de los kakis por prestarme sus espátulas y no tener que presentar la tarta en la tapa del tupper). Una sala con mesas para que podamos preparar el postre, sin utensilios porque fijo que están guardados en el camión frigorífico fantasma, sin grifos donde lavarse, ni jabón de estos antibacterias ni nada por el estilo, eso sí todo el mundo con su certificado de manipulador de alimentos, ya sabéis esa norma de que si tienes dicho certificado, no pasa nada si estás siete horas en la acera de una ciudad en huelga de servicios de limpieza con cosas comestibles que igual necesitan frío… todo se mantiene en condiciones óptimas porque es un certificado mágico… (no hace falta que diga que es ironía ¿no?) En fin, no hay nada de eso pero sí que hay cámaras y entrevistas, mucha gente, mucho nervio… (Que vergüenza, durante todo el dia he estado la mar de tranquila, al llegar a la plaza un poco de estomago contraído pero ya está, pero es ponerme a montar la tarta y el pulso me temblaba que ríete de Marron… Por suerte también fue momentáneo, lo justo para que lo grabara la cámara y ya está… yuju!)

Esperar con la tarta desmontada, esperar con la tarta montada, la cosa es esperar. Cuando por fin me toca entrar, la hora de la verdad, no llego a estar dentro ni cinco minutos!! Triste pero cierto. El juez, creo que había dos pero solo habló uno, que ni se presentó ni nada, me dijo que estaba mal presentada, con terminaciones mejorables (lo reconozco) porque entre otras cosas el glaseado tenía imperfecciones (cierto es), que el caramelo estaba mustio (pues sí, qué quiere ¿que esté lozano después del dia que ha tenido?) y que igual si la madalena-rana hubiese sido más grande… En cuánto abre la boca sé que me voy a casa, así que procuro mantener la cara de póquer-cansancio porque me están grabando y ya tengo claro que no me van a dar un plátano así que paso de numeritos de mono de feria. No puedo evitar saltar («saltar» es más bien explicar) cuando dice lo del tamaño de la rana, me callo la «historia» del postre y me limito a comentarle que está formando el logo de cuatro junto con la tarta, de ahí ese tamaño y no otro. «Ah, es verdad» seguido de «cri cri cri» (más grillos rompiendo el silencio incómodo). Me pregunta por el postre que más me costó o más me gustó o algo así ya casi he dejado de escucharle (no es nada personal, me pasa a menudo, sin estar en un casting ni nada. Desconecto y ya) le hablo de R2D2, con orgullo aunque sé que de fondant no quieren nada… y me suelta «Si hubieses traído a R2D2…» y yo pienso «¡Hubiese tenido algo grande y pesado para tirártelo a la cabeza!» Que no, que es broma, pensamientos violentos cero, de verdad, es por darle dramatismo 😀 . Sí que me llamo la atención este comentario porque se recalcó mucho a lo largo de la selección que no querían fondant, de hecho me pidieron que mandara fotos de postres sin fondant y por ello decidí no presentar nada con ello. El otro detalle que me sorprendió fue algo parecido a una ¿justificación? que sin venir a cuento me dijo: «Es que hay gente que ha estado 22 horas preparando su postre» No veáis lo que me costó callarme el «Y a mí qué me cuentas, si ni siquiera me has preguntado cuánto he tardado yo…» En fin, que no les gustó mi tarta con ranita y ni la probaron.

Claramente erré mi estrategia. Soy boba, pensé que para juzgar un postre había, como mínimo, que probarlo y no quedarse únicamente en lo visual. Aunque he de decir que dentro de mi bobería tengo claro que aunque lo hubiesen probado no hubiese pasado a la siguiente fase. Mi postre os puedo asegurar que estaba de muerte, pero había cosas muy muy muy chulas que hacía que mi ranita fuese como el patito feo del cuento. Y esos cisnes del cuento también estarían de muerte. Fue mi decisión, por logística y tal, me decidí por algo muy sencillo, intentando que quedara simpático y elegante, respaldado en una historia y sobretodo en el sabor. Al no probarlo esa bala se encasquilló, pero aunque del juez me chirriaron un par de cosas, he de remarcar que estoy de acuerdo con su decisión, al César lo que es del César. En ningún momento quiero parecer despechada, yo no fui con la vuelta para el martes comprada de antemano porque siempre queda ese resquicio de ilusión en forma de «Y si…» o de aparición del espíritu santo, pero vamos, que quizá un par de milongas que soltó me descolocaron, pero mi postre no era de fuegos artificiales visuales. En absoluto. Y sin más pena ni gloria previa desmicrofonización (me habían microfonado al entrar, de hecho ahora que lo pienso creo que estuve más rato con el chico del micrófono que hablando con el juez… qué cosas) salí de allí.

Volví a la sala con el bochorno pintado en el rostro, sala que apenas minutos antes había abandonado… Y nos pongamos como nos pongamos, aunque te recuperes rápido de un bofetón, el bofetón te lo has llevado y justo después la mejilla pica cosa mala… Así que con el único pensamiento de salir de allí cuando antes a punto estuve de dejar hasta el plato… pero no, lo recogí todo y me lo llevé. ¡¡Para mis anfitriones madrileños!! Al final, he de agradecer al señor juez Sin Nombre que no tocara mi tarta. Os puedo asegurar que pasar el casting no tiene ni punto de comparación con la alegría de ver a tus amigos repetir tarta hasta acabarla 😀 Y aprovecho para agradecerles su hospitalidad. Iván, María y churumbeles: Gracias 😀 Sobretodo a Iván que aguantó como un jabato las horas de espera a mi lado.

Y esta fue, más o menos, mi experiencia en el casting, es todo casi casi objetivo, no he hablado del tema económico (básicamente si entras te costean los gastos y estás dos meses dedicado exclusivamente al programa), ni de la búsqueda de espectáculo que mientras observabas tu mente te susurraba «realityyyy realityyyyy» (En plan «¿Quieres cantar? ¿Quieres bailar?» pero señores, ¿no va de repostería?) Esto es más un intento de diario de lo que hice, ví y sentí.

He leído varios post sobre estos días de casting en diferentes blogs e iba a poner los enlaces, porque hay muchisimas opiniones y vivencias, desde puntos de vista o estilos narrativos diferentes, y la verdad es que despues de leerlas podría considerarme «afortunada». ¡Si hasta me van a devolver el dinero del Ave porque se retrasó! Pero en vez de poner los enlaces uno a uno, acabo de descubrir una iniciativa que busca una disculpa de cuatro por el trato recibido y en esa página están los enlaces de los blogs que iba a poner y está todo mucho mas mono y navegable. Así que aquí os dejo el link a esa página, donde encontraréis todas esas vivencias, por si os apetece saber que se cuece detrás de un casting. No sé si serán todos iguales, probablemente sí. Pero éste se podría resumir como una falta de organización descomunal y un cúmulo de desconsideraciones por el trabajo que llevábamos en nuestras manos, cosas delicadas y perecederas, que a muchos se les estropeó durante la espera. El trato directo fue estupendo, esto también quiero dejarlo claro, pero el regusto en general fue… a caramelo quemado.

Para información más variada y heterogénea:

Recopilación de vivencias y búsqueda de una disculpa

Informó la repostera más dicharachera 😉

Un comentario »

  1. Toma opinión, veo que te has desahogado bastante y eso que te has cortado por lo firmado…me ha encantado leerte. Ellos se lo pierden, asi te tenemos cerca los que sabemos que eres una supeer repostera. Un besazo!!

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  2. Yo di buena cuenta de la tarta y tengo que decir que nos pareció excelente. Repetimos hasta acabarla. El jurado se perdió algo bueno de verdad :-D. De todos modos, creo que lo pasamos bien, o al menos a mí me hizo gracia ver algo que ya sabía: la televisión es toda una mentira jajaja. Además, un placer tenerte por Madrid. Cuando quieras repetir, ya sabes, busca cásting y allá que vamos! 😉

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  3. Pingback: No te lo pierdas: Experiencias en primera persona | Casting Cuatro - Queremos una disculpa

  4. Chic@s ya está el movimiento “Casting Cuatro – Queremos una disculpa” en la plataforma Change.org. Vamos a darle repercusión! Pídele a tus amigos que firmen y difundan. http://www.change.org/petitions/cuatro-tv-www-castingcuatro-com-queremos-una-disculpa

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  5. He leido todo de «pé a pá» y curiosamente coincide casi al minuto con lo que he leido y escrito en otras partes … será porque no fué solo mi manera de ver y sentir aquellos momentos ???? seguramente, aunque he de decir que lo he pasado bien con tu relato, que no nos quiten el buen humor porque sino, que será lo proximo ??? Te invito a que te unas al movimiento facebook de Reposter@s que no entramos a Deja sitio para el postre, ya somos casi 100.
    Besos

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  6. Yo ni me planteé participar, porque ir desde Alicante, me toca vivir tu odisea y si que tengo ideas asesinas jajaja. Un besazo.

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    • Hola Nati!
      Gracias por tu comentario 🙂 Almenos con mi experiencia ya sabes que te libraste de una buena: mancharte de sangre, el arresto, pasar por la cárcel, el resto de castineros vitoreándote 😛
      Un beso y ¡Feliz Navidad!

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